"Así me gusta a mí" es su máximo éxito en esta
sencilla canción, el encarna a un joven que decide lanzarse al consumo de estupefacientes de forma selecta
por eso el famoso estribillo (Ésta sí, ésta no, ésta me gusta, me la como yo);
pero pese a todo, termina perturbado.
El mensaje social es desgarrador: da igual la procedencia de
la droga, siempre se termina mal. Con esto Chimo bayo no quiere hacer apologías
a las drogas ya que él se dedicó a recorrer las discotecas valencianas avisando
a la juventud de los peligros de la droga. Para hacer ver lo peligrosas que
eran, se disfrazaba de pastillero y cantaba canciones ridículas y ripies cas.
Nadie que viera el lamentable espectáculo podía quedarse insensible ni volver a
endrogarse; ni mucho menos ponerse una chapa del maldito smiley que tanto mal
había hecho. Poco después vio que aquello era bueno; la Ruta del Bakalao
empezaba a desinflarse. Valencia se alejaba poco a poco de las temibles drogas
de diseño.
Mientras tanto, la gente del resto de España seguia
sufriendo el azote de los adictos al Quimicefa. Chimo, una vez más, se lanzó al
ruedo de las discotecas. Y triunfó en todas las plazas, en una ruta más
triunfal que las de Napoleón y el Moro Muza juntos. Tras todos sus esfuerzos y
sacrificios, el éxito en las listas de ventas no tardó en llegar. La gente
compraba sus discos a mansalva, creando conciencia social. Y su objetivo final,
cero drogas, que se grabó en la mente de
la juventud.
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