En
1989 tenía unos diecinueve, veinte años. Venía de trabajar en una
fábrica, me habían echado y estuve ocho meses sin conseguir laburo,
aunque me anotaba en todos los trabajos habidos y por haber. De
pronto pego un laburo en el Correo, con mejores horarios para poder
dedicarme más a mi vida de músico.
Pero en uno de los lugares donde
me había anotado, una casa de instrumentos musicales que queda en
Flores, me dijeron después que tenían el puesto para mí, y decidí
quedarme en el Correo y que entrara a laburar Mariano. Y ahí
componíamos las canciones, en esa casa de instrumentos musicales
frente a la plaza Flores.
Yo venía de repartir telegramas, hacía
una parada, y nos juntábamos. Había instrumentos por doquier y
tocábamos todo el tiempo, porque el dueño era un tipo divino, súper
permisivo y se recopaba con nosotros. Un día, Mariano vino y me
dijo: “Mirá, tengo este riff”, y me mostró la melodía.
Me
decía que se parecía un poco a “Yo te vi en un tren” de Los
Enanitos Verdes, y entre los dos empezamos a buscar otra forma de
cantarlo. Yo le agregué un puente, la parte que dice “si aún te
queda algo de amor dentro de tu corazón”, e hicimos la música
entre los dos. La letra salió después. Es mía, pero está
inspirada en ciertas vivencias de ambos. Recuerdo que en ese momento
me había ido a vivir con mi pareja a una pensión, y al toque se
vino a vivir Mariano. Ahí escribí ésta y muchas otras canciones.
“Hacelo por mí” trata de cuando al principio idealizás mucho la
relación, cuando conocés una persona y te fascinás, y después
ahondás más y descubrís cómo es.
Mariano estaba viviendo un
momento muy parecido con una mina que también había idealizado
demasiado, y la letra habla de eso y también un poco de las
relaciones en general. Esta canción reconoce la culpa en uno, no
como en los tangos, y dice: “La culpa la tuve yo”. Pero la verdad
es que al principio no le dábamos pelota a la canción. Se abrió
paso sola: le gustó a uno, la puso en la radio, y así siguió. Se
convirtió en un fenómeno que yo llamo “de calesita”, que es que
cuando ya lo pasan en la calesita. Hoy podríamos decir “de
ringtone”.
Después,
todo fue muy rápido, abrupto y vertiginoso. No entendíamos
demasiado. Eramos muy chicos y éramos gente de laburo. Lo nuestro
era muy instintivo, como los perros. Sabíamos lo que estaba más o
menos bien, por ejemplo la tele o la exposición pública, y sabíamos
cuando algo no olía muy bien. Hubo un momento muy particular en que
estábamos tocando en el Gran Buenos Aires, terminamos el show
haciendo “Hacelo por mí” y Mariano me miró y me dijo: “¡Qué
cancioncita hicimos, eh!”.
Porque nosotros no la cantábamos, la
cantaba la gente a los gritos. Pero el tema se gastó tanto que se
quemó, aburrió. Nos daba bronca y sacamos la canción de los shows,
pero no para darle el gusto a nadie sino para protegerla, porque
estaban todos tironeando y teníamos miedo que se nos rompa.
Pasó
mucho tiempo y un día estábamos tocando en Paraguay en el ‘96 y
no había nadie que no quisiese “Hacelo por mí”, y hacía un
montón que no la hacíamos. Y la tocamos. Ahí dijimos: “¡Es
nuestro tema, qué boludos que somos, que se vayan todos a la re-puta
que los parió!”, y volvimos a hacer nuestra canción.
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