Eduardo «Lalo» de los Santos nació en Rosario, 17 de enero de
1956, fue un conocido guitarrista, bajista y cantautor de rock
argentino, y uno de los más emblemáticos del género de la trova
rosarina.
De los Santos se
crio en un ambiente en el que la música formaba parte esencial de la
vida cotidiana. Su padre era guitarrista y formaba parte del grupo de
Tango llamado Recordando Serenatas, y su madre era una aficionada al
canto, por lo cual no resultó extraño que el joven Lalo
tempranamente abrazara una guitarra y siguiera los pasos marcados por
la tradición familiar.
Estudió guitarra
desde niño con un profesor llamado Juan Carlos Zemp. Además de
escuchar tangos en su casa, creció escuchando a grupos como Los
Gatos, Almendra y Manal.
A la edad de 13 años
formó su primera banda de rock. Su contacto con el arte también
conoció otros medios de expresión como la radiofonía. En ese medio
interpretó el personaje de un duende en un programa radial rosarino
y más adelante en el tiempo, llegó a ponerle la voz a Clemente, el
personaje creado por el dibujante Caloi. El contacto con el medio
radial también le permitió, en un momento de su carrera, componer
jingles, tarea que le iba a permitir la supervivencia en buena parte
de su vida. A principios de los años setenta se recibió de perito
mercantil.
A mediados de 1973,
De los Santos ingresó a la banda rosarina de rock sinfónico Pablo
El Enterrador, que influiría de manera definitiva en su carrera
artística. Una característica que distinguió a este grupo del
resto de las bandas argentinas fue su devoción por los ensayos, en
pos de una búsqueda obsesiva por la perfección artística. El grupo
pasó la mayor parte de su existencia ensayando, y son escasos y muy
recordados los conciertos que protagonizó De los Santos. En 1978, la
banda se vio ante la perspectiva de grabar un disco en Estados Unidos
por gestión del productor Lloyd Vitale (exintegrante de la banda de
rock Los Bárbaros). Sin embargo, una disputa entre sus integrantes
terminó con la disolución del conjunto.
Aunque Pablo El
Enterrador pronto volvió a surgir, en 1980 surgió otro problema
interno que tuvo como consecuencia el alejamiento de Rubén Goldín.
Lalo de los Santos asumió el rol de guitarrista y el grupo ofreció
un recital en el Auditorio Fundación Héctor Astengo en marzo de
1980, antes de partir hacia Buenos Aires en busca de una nueva
oportunidad. El productor ya no los esperaba y consiguió para la
banda solo una presentación en un programa televisivo, el 19 de
octubre de 1980. Esa fue la última actuación de De los Santos en
Pablo el Enterrador.
Esta amarga
experiencia lo alejó temporalmente de la música. De los Santos se
dedicó a trabajos que nada tenían que ver con el ambiente musical.
En 1983 empezó a
trabajar como bajista y virtual integrante de la banda de la
cantautora Silvina Garré, después de que esta se alejó de la banda
de Juan Carlos Baglietto. Al mismo tiempo comenzó su carrera
solista. En esa época alojó en su casa a Fito Páez, quien era por
entonces un recién llegado a Buenos Aires.
La gran ocasión
para Lalo de los Santos llegaría el 19 de marzo de 1983. Ese día se
realizó, en el estadio de Newell’s Old Boys (en Rosario), el
recital Rosariazo Rock 83, protagonizado por Litto Nebbia y Juan
Carlos Baglietto como figuras centrales. En este espectáculo se
reunieron varios de los compositores ―como Adrián Abonizio y Jorge
Fandermole, entre otros― que alimentaban el movimiento de músicos
rosarinos que recientemente había cautivado al público nacional
desde su presentación en Buenos Aires. La prensa de Buenos Aires ya
empezaba a hablar de la llamada Trova Rosarina. El debut solista de
De los Santos a nivel nacional fue en una grabación de su canción
«Tema de Rosario», hecha en El Coloso del Parque (el estadio de
Newells).
En 1984 editó su
primer álbum, Al final de cada día. Su productor en este disco ―así
como en los dos discos que seguirán en su carrera―, fue Litto
Nebbia. En 1987 salió su segundo álbum, Hay otro cielo.
En 1996 se edita su
último álbum como solista: Canciones rosarinas.
La carrera del
compositor e instrumentista prosiguió con altibajos. El artista
gozaba de un alto concepto entre sus colegas y fue sesionista de una
muchos músicos, como Litto Nebbia, León Gieco, Fito Páez, el
Cuarteto Zupay y Rubén Juárez, entre otros.
En los años noventa
estableció una estrecha relación amistosa y profesional con Adrián
Abonizio. Hacia el año 1997, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y
Jorge Fandermole sumaron voces e instrumentos para dar vida, junto a
De los Santos, al grupo Rosarinos, con el que grabaron un álbum de
estudio. Aunque la banda nunca se consolidó como tal, ofreció
algunos esporádicos conciertos hasta su disolución.
Si bien la banda se
disolvió formalmente, los cuatro amigos siguieron haciendo
actuaciones juntos. La última fue un recital benéfico, el 17 de
marzo de 2001, en el balneario La Florida (sobre la ribera del río
Paraná, en la zona norte de la ciudad de Rosario). De los Santos ya
estaba muy enfermo de cáncer.
Ocho días después
de este último recital, Lalo de los Santos falleció el domingo 25
de marzo de 2001, víctima de un cáncer, a los 44 años.
En su vida dejó un
himno no oficial para su ciudad natal (el «Tema de Rosario»), una
oda al goleador del club de fútbol Rosario Central, Aldo Pedro Poy
(«Vuela, Aldo, vuela», homenaje explícito al «gol de palomita»
que el futbolista le hiciera a Newell's Old Boys en la semifinal del
campeonato nacional de 1971), tres discos solistas y uno con
Rosarinos, y a su único hijo Iván (1986-), también músico.
Fuente:Wikipedia.org
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