«Where
the Streets Have No Name» (en español, «Donde las calles no tienen
nombre») es una canción de la banda irlandesa de rock U2. Es la
primera pista de su álbum de 1987 The Joshua Tree y se lanzó como
el tercer sencillo del mismo en agosto de dicho año. Su gancho
consiste en un arpegio de guitarra eléctrica repetitivo que posee un
efecto de delay que se escucha en la introducción y otra vez hacia
el final. Los miembros de la banda escribieron la letra en respuesta
a la concepción de que es posible identificar la religión de una
persona y su procedencia tomando como base la calle en que vive,
particularmente en Belfast. Debido a las dificultades de la banda
para grabar el tema, el productor Brian Eno consideró eliminar las
cintas de la canción para comenzar el proceso de nuevo.
«Where
the Streets Have No Name» recibió elogios de la crítica y tuvo
éxito comercial. Llegó al puesto 13 en Estados Unidos, al 14 en
Canadá, al 10 en los Países Bajos y al 4 en el Reino Unido. La
canción se ha convertido en una de las más populares de la banda y
permaneció como una constante en sus presentaciones en directo desde
su debut en la gira The Joshua Tree Tour. Su video promocional
consiste en una interpretación en directo llevada a cabo en una
terraza de Los Ángeles y ganó un premio Grammy en la categoría de
mejor interpretación en un video musical.
La
música de «Where the Streets Have No Name» se originó a partir de
un demo que el guitarrista The Edge compuso la noche anterior a que
el grupo retomase las sesiones para The Joshua Tree. En una
habitación superior de Melbeach House —la casa que había
adquirido hacía poco— The Edge usó un grabador de cuatro pistas
para registrar un arreglo de teclado, bajo eléctrico, guitarra
eléctrica y batería. Al tomar conciencia de que las sesiones para
el álbum estaban llegando a su fin y la banda tenía pocas canciones
que sonaran excepcionales en directo, el guitarrista quiso «crear la
última canción en directo de U2», por lo que se imaginó lo que
sería escuchar un concierto futuro del grupo si fuese un fan. Tras
finalizar la mezcla general, sintió que había encontrado «la parte
de guitarra y la canción más asombrosas de [su] vida». Sin nadie
en la casa con quien compartir el demo, The Edge recuerda haber
bailado y saltado en el aire a modo de celebración.
Aunque
a la banda le gustó el demo, le fue difícil grabar la canción. El
bajista Adam Clayton comentó: «En aquel entonces sonaba como un
idioma extranjero, mientras que ahora entendemos cómo funciona». El
arreglo, con dos tipos de compás diferentes y frecuentes cambios de
acordes, se practicó muchas veces, pero el grupo tuvo que luchar
para llegar a una interpretación que les gustara. Según el
coproductor Daniel Lanois: «Esta canción fue un proyecto de
ciencias. Recuerdo este enorme pizarrón escolar, como lo llamamos.
Sostenía un puntero, como un profesor universitario y enseñaba a la
banda los cambios de acordes, como un maldito idiota, fue ridículo».
El coproductor Brian Eno estimó que la mitad de las sesiones para el
álbum se pasaron en tratar de grabar una versión adecuada de «Where
the Streets Have No Name». La banda trabajó en una sola toma
durante semanas, pero como Eno explicó, esa versión particular
tenía un montón de problemas y el grupo continuó tratando de
arreglarla. A lo largo de su trabajo, fueron reemplazando
gradualmente cada toma instrumental hasta que no quedó nada de la
interpretación original.
Había
pasado tanto tiempo con el «trabajo demoledor» que Eno pensó que
sería mejor comenzar desde el principio. Su idea era «simular un
accidente» y borrar todas las cintas de la canción. Dijo que no
quería obligarlos a dejar de lado la canción, pero consideró que
sería más eficaz comenzar de nuevo con una interpretación fresca.4
En un determinado momento, Eno tuvo las cintas listas para volverlas
a grabar, pero nunca se borraron; según el ingeniero de sonido
Flood, su compañero Pat McCarthy regresó a la sala de control y al
encontrarse con Eno a punto de borrarlas, le arrojó el té que
estaba tomando para impedir que lo hiciera.
La
versión de estudio de la canción es una compilación de varias
tomas diferentes. Es una de las numerosas canciones mezcladas por
Steve Lillywhite en los últimos meses de la grabación de The Joshua
Tree. El baterista Larry Mullen Jr. afirmó sobre el tema: «Nos
llevó tanto tiempo hacer la canción bien, fue muy difícil para
nosotros entenderla. Sólo se convirtió en una canción
auténticamente genial cuando la fuimos tocando en directo. En la
grabación, musicalmente, no es ni la mitad de lo que es en directo».
El cantante Bono escribió la letra durante una visita humanitaria a
Etiopía con su esposa Ali Hewson. El vocalista recuerda haberla
anotado en una bolsa para vómito de Air India durante una parada en
un pueblo.
«Where
the Streets Have No Name» se interpreta en un tempo de ciento
veintiséis pulsaciones por minuto. La introducción y la coda poseen
un compás de 3/4, mientras que el resto de la canción está escrita
en compás de cuatro cuartos. Además, la canción tiene una
tonalidad de re. La canción se abre con un pasaje instrumental que
comienza con unas notas casi corales retenidas tocadas en
sintetizador. La guitarra ingresa a los 42 segundos; esta parte
consiste en un arpegio «repiqueteante» de seis notas que se repite.
Se utiliza un efecto de delay de corcheas con puntillo para que suene
cada nota del arpegio dos veces para crear un sonido más rico. El
bajo eléctrico y la batería ingresan en el minuto 1:10.
La
introducción, cuya progresión armónica es de I–IV–I–IV–vi–V–I,
crea, como describe Mark Butler, una «pared de sonido» contra la
que el canto emerge cerca de dos minutos después. La parte de
guitarra en el resto de la canción consiste en semicorcheas
percutidas. El bajo y la batería continúan en su serie regular de
corcheas y semicorcheas respectivamente, mientras que la
interpretación vocal de Bono, en contraste, varía mucho en su
timbre («hace de guía turístico, se lamenta, gruñe, exhala en
forma audible, deja partirse su voz») así como controla el uso del
rubato para descolocar del pulso de la canción su parte.
Este
desarrollo alcanza un clímax durante el verso del primer estribillo
burning down love («quemando amor»), cuyos acordes son
la-sol-fa♯-re; la melodía progresa en una serie de escalas
graduales que lleva a la nota más aguda de la canción, el re♭5 en
la palabra burning. En estribillos posteriores, Bono canta blown by
the wind («arrastrado por el viento») con la misma melodía y
extiende aún más la duración de esta nota. Tras el tercer
estribillo, se procede a la coda; la instrumentación se revierte a
lo que era en la introducción, con el arpegio de guitarra eléctrica
y las notas retenidas de sintetizador.
La
letra está inspirada en una historia que Bono escuchó sobre las
calles de Belfast, Irlanda del Norte, donde la religión y
procedencia de una persona se hacen evidentes al saber la calle en la
que vive. El cantante recuerda: «Eso me dijo algo, así comencé a
escribir sobre un lugar donde las calles no tienen nombre».Según
él, la canción trata aparentemente sobre «la trascendencia, la
elevación, como quieras llamarlo». Bono, quien comparó muchas de
sus letras anteriores a las de The Joshua Tree con «bocetos»,
comentó que «"Where the Streets Have No Name" es más
similar al U2 de antes que cualquier otra canción del álbum porque
es un boceto. Estaba simplemente tratando de dibujar un lugar, tal
vez un lugar espiritual, tal vez un lugar romántico. Estaba tratando
de dibujar un sentimiento».
El
final abierto de la letra ha dado lugar a muchas interpretaciones. El
periodista Michael Campbell consideró que transmitía un «mensaje
de esperanza» y el deseo de «un mundo que no está dividido en
clases, nivel económico, raza u otro criterio arbitrario». En
cuanto al lugar al que Bono alude en la canción, afirmó: «No estoy
seguro, realmente, acerca de eso. Solía pensar que era Belfast...».
El periodista Niall Stokes cree que el título está influenciado por
la visita de Bono y su esposa Ali a Etiopía con motivo de brindar
ayuda humanitaria voluntaria. Bono expresó opiniones contradictorias
sobre el final abierto de la letra: «La veo ahora y reconozco que
[la canción] tiene uno de los versos más banales de la historia de
la música pop. Pero también contiene algunas de las ideas más
grandes. En forma curiosa, esto parece funcionar. Si te vuelves
pesado con estas cosas, no te comunicas. Pero si eres superficial y
poco cuidadoso, entonces sí. Esta es una de las paradojas con las
que llegué a término».
Originalmente,
el tercer sencillo de The Joshua Tree sería la canción «Red Hill
Mining Town», pero se lanzó en su lugar «Where the Streets Have No
Name» en agosto de 1987. Se puso a la venta en los formatos 7",
12", casete y CD. Se incluyeron tres lados B para acompañar la
canción, entre los que se cuentan «Race Against Time», «Silver
and Gold» y «Sweetest Thing», excepto en la versión de 7",
en la que figuran sólo los últimos temas. El sencillo de 12"
presenta «Race Against Time» en el lado A del disco (pese a
considerarse un «lado B») y en formato casete, el sencillo posee
las cuatro pistas en ambos lados de la cinta. Aunque no fue exitosa
como los dos primeros sencillos del álbum, la canción logró
ingresar en las listas de venta. En los Estados Unidos, alcanzó el
puesto 13 en el Billboard Hot 100 y el número 11 en la lista Album
Rock Tracks.5 Alcanzó el número 4 de la UK Singles Chart y el
primer lugar de la Irish Singles Chart.
Tras
el lanzamiento de The Joshua Tree, los críticos elogiaron «Where
the Streets Have No Name». Steve Morse de The Boston Globe comentó
que «los tonos similares a campanas de The Edge son el marco de una
búsqueda del paraíso» y junto con la siguiente canción del álbum,
«I Still Haven't Found What I'm Looking For», muestra que el grupo
consistía en «peregrinos todavía en una búsqueda; no predicadores
que afirman haber encontrado las respuestas». The Bergen Record
compartió esta visión y recalcó que los temas mostraban la
búsqueda espiritual y personal de la banda. La reseña de Rolling
Stone del álbum la llamó «rock directo».El diario San Diego
Union-Tribune comentó sobre «Where the Streets Have No Name»: «La
música empuja, como alguien que huye por su vida».El diario The
Washington Post comentó que el tema tiene «una letra un tanto
indirecta, pero las implicaciones se ven claras en la declamación de
Bono, la guitarra temblorosa de Dave (the Edge) Evan, el bajo de
catedral de Adam Clayton y la batería de tormenta de Larry Mullen».
La
revista NME elogió el hecho de que la canción sea la primera en el
disco, comentando que «comienza escupiendo en forma furiosa». La
publicación también elogió el canto apasionado de Bono y la forma
de tocar la guitarra de The Edge, que transformó el instrumento en
«algo más que un pedazo de manera eternamente abusado». La reseña
comentó que «los últimos diez segundos son hermosos de una forma
que quita el aliento».La reseña de The Rocket comentó que la
canción construye una «pared de sonido» que la voz de Bono rompe
con «un gemido de desesperación, mientras la letra [refiere] a la
necesidad de espiritualidad personal». El crítico comparó el riff
de la introducción con la canción «Ghostdancing» de Simple Minds.
En su reseña de The Joshua Tree, Stephen Thomas Erlewine de Allmusic
llamó a la canción «una apertura épica». Steve Huey, de la misma
publicación, en su reseña del tema, elogió su «su impulso rítmico
insistente y propulsor y [su] estribillo similar a un himno»,
cualidades que recalcó que la hacen una favorita de los fans. La
llamó «la apertura perfecta para un álbum» y lo debió a «la
lenta construcción de sus arreglos hacia un pico de clímax». Huey
también llamó al canto de Bono «apasionado y grandioso» y a «su
entrega [a la canción], inquebrantable». Comentó que la
combinación de su canto y el «poder del sonido» de la banda es lo
que da a U2 su «inmensa fuerza».
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